MARIA PARADO DE BELLIDO

Publicado en por Cuentos para el corazón

E.jpgFue una tarde cuando ayudando en una tarea leí sobre esta gran heroína que tuvo nuestro país. Casualmente había llegado a mi mano uno de esos libritos antiguos donde se narraba la vida con detalles algo ocultos que no aparece mucho en los libros actuales de historia. Yo, fascinado por su coraje y triste por sus infortunios, me propuse a crear un cuento de esta ejemplo de mujer patriota,  creando diálogos para que al menos sepan lo que pudo haber sido su vida. Los hechos son reales. 
 
María Parado de Bellido fue hija natural y lo único que se sabe de su padre es que procedía del Alto Perú. En 1776 contrajo matrimonio en Huamanga con Mariano Bellido, de quien tuvo siete hijos.
En 1820 parte de su familia se integró al grupo de patriotas organizados en Paras (Cangallo) con el fin de colaborar con la guerrilla auspiciada en la sierra central por el general Álvarez de Arenales, que obedecía a la estrategia del general José de San Martín encaminada a desgastar al ejército realista. Mariano Bellido y sus hijos actuaron como correos del ejército patriota en la región de Huamanga, y su misión principal consistió en dar cuenta de los movimientos de las tropas realistas.
En 1822 el virrey José de la Serna ordenó a las tropas del general Canterac, acantonadas en Jauja, que se combatiera la insurrección popular organizada en Huamanga. Canterac encomendó a la compañía al mando del general Carratalá la tarea de reprimir el movimiento ayacuchano. Fue en esa coyuntura que uno de los hijos de María Parado, Tomás Bellido, fue hecho prisionero y fusilado por los realistas ya acantonados en Cangallo. Este hecho motivó que María Parado de Bellido se integrara al movimiento patriota y colaborara con su esposo en las tareas de espionaje.
En ese tiempo María enviaba cartas al ejército patriota para informar sobre el avance y movimiento de los realistas. Lo anecdótico fue que ella misma no las escribía, se los encargaba hacer a través de su gran amigo Matías Madrid, porque María no sabía leer ni escribir, sólo dictaba esas misivas.
Una tarde, María se hallaba en el escritorio de su marido, lo extrañaba tanto que para apaciguar su preocupación se sentaba donde él paraba el mayor tiempo del día. Pesaba que así podía sentir su presencia al menos. Una de las sirvientas, no pudiendo ser indiferente ante la situación de la señora, se anima a hablarle:
-Mi señora, debería descansar, son más de las 9 de la noche.
-No quiero, estoy preocupada por mi esposo y mis hijos.
-Tanto su esposo como sus hijos son muy valientes señora, se les admira en el pueblo.
-Y por eso los amo más como a mi vida, Juanita, me dijeron una vez que habían jurado acabar con los desmanes que el general Carratalá cometió contra nuestros paisanos, y con mi hijo querido.
-Aún lamento su muerte señora.
-Si Juanita, mi esposo Mariano no fue ajeno a esta desagracia, por tal razón todo esto me causa pena pues ahora sé que esos españoles son muy crueles cuando pelean o toman prisioneros.
Un caballero entra al cuarto, la sirvienta lo reconoce, es el amigo de María y se retira con educación.
-Don Matías, mi viejo amigo, ¿Como está? – alcanzó a preguntar a duras penas.
-Mi señora, vengo a decirle algo importante.
-¿Qué noticias me trae?
-Es algo delicado y...
-Hable don Matías, lo noto medio raro.
-Me llegó información de la secretaria de la Intendencia, un grupo de realistas encubiertos del general Carratalá van a Paras esta misma tarde. Su esposo e hijos no saben de este movimiento y hay que advertirles.
-Entonces  mandaré a alguien allá en caballo, mandaré a mi fiel sirviente Fernandillo a Paras con una carta advirtiendo todo esto.
-Se arriesga mucho al enviar una carta y si es con su firma peor aún, gracias a Dios que aún no la descubren, pero si la agarran...
-No se preocupe  por eso, yo nunca confesaría a mis amigos y menos a ti, ahora la vida de mi familia está en juego, si por mí fuese daría la vida por ellos, los quiero mucho.
-Veo que aún eres necia María, desde niña has tenido esa actitud, nunca cambiarás ¿verdad?
-Sí, lo sé, Tomás era como yo – apartando su falda por un extremo le enseña a su amigo una pistola infundada y le dice directamente a los ojos -, y por su recuerdo, soy capaz de todo.
 
Dicho y hecho, María envió la carta con su firma al pueblo de Paras, lamentablemente Fernandillo fue capturado ese día por unos sacerdotes leales al virrey La Serna, que lo entregaron al general Carratalá. El general conoció así las actividades que realizaba María Parado, ya que una de las cartas llevaba su firma. Las tropas españolas rodearon la vivienda en que María Parado se hallaba en compañía de sus hijas y la capturaron. Llevada ante el general Carratalá, María Parado se negó a contestar las preguntas encaminadas a desarticular la red de información, desechó las ofertas de recompensa y tampoco se inmutó al ser advertida de que su casa sería quemada si no colaboraba. María lloraba al ver cómo su casa se consumía por el fuego y así su suerte estaba echada.
En el cuartel realista María era sometida a un intenso interrogatorio con el general.
-Doña María, le pido por favor que me responda quien le dio información acerca de que íbamos a llegar a Paras.
-No diré nada
-He comprobado esta carta con las demás copias que encontré en su casa, en todas tiene escrituras diferentes, pero con los mismos sentimientos, díganos quién los escribió o quiénes les dio esa información de nuestros avances, ¿Cómo sabía k íbamos a llegar a Paras?
-Lo único que confesaré es que yo escribí todas las cartas, no tuve ayuda de nadie
-Ha tenido cómplices
- ¡Mentira!
-No me haga amargar señora, no le gustaría verme furioso, dime sus cómplices ahora.
María nunca iba a pensar que estaría frente a frente con el asesino de su hijo. Qué ganas tenía de coger una pistola y dispararle a la cabeza. Pero teniendo sus manos amarradas y vigilada por otros tres soldados más, se resignaba sólo a responder con mucha impotencia, pero con gran terquedad.
-¡Nunca!
-¡Guardia! - le llama  a un soldado - Envía  esta mujer al calabozo con treinta azotes, a ver si así pueda recordar a sus cómplices y responderme, llévensela de una vez.
María fue atada en el calabozo para recibir golpes y torturas de sus captores, la azotaron más de 30 veces, pero ella seguía firme en sus decisiones, su corazón no se ablandaría a nada, y esperaba otro interrogatorio al siguiente día.
María, con dolores aún por los azotes, permanecía sentada ante el general realista, entendió que él ya no tendría piedad para ella, y se desesperaba por eso, quería saber de una vez quiénes eran sus cómplices. María pensaba en Fernandillo, en su amigo Don Matías, en Mariano su esposo, sus hijos, más sus hijas que estaban presas. “No voy a decir nada, por Dios nada de nada, no diré nada…” pensaba
-Doña María, ya no siga mintiendo, usted no sabe leer ni escribir, lo averigüé es una completa analfabeta.
-Cuando se lucha por mi tierra soy capaz de todo.
-Entonces sea capaz de decirme quiénes la ayudaron.
-¡Mía es solo la culpa! – gritó ya con mucha rabia extrañado al general y los soldados presentes.
-¡No siga mintiendo!, le prometo que si declara la liberare.
-¿Y espera que le crea eso?
-¡No sea terca serrana inmunda, confiese! – también su voz se desesperaba por saber la verdad.
-Usted es un sucio animal, mata a mujeres y. niños sólo por capricho  ¿Y cree que si le digo la verdad me soltará? mentira, no le creo!
-Ya maté a su hijo Tomás por su rebeldía, pero usted me vale mucho y más si confiesa, es una pieza importante para acabar contra los rebeldes.
Con sólo escuchar la total prepotencia y arrogancia del general sobre la muerte de su hijo, María comprendió que estaba ante el mismo diablo.
-No mencione el nombre de mi hijo – llora bajando su mirada – por favor, no siga ya, comprenda que…ya no somos rebeldes ¿de qué rebelión habla? el Perú ya es independiente  desde que nuestro general San Martín lo dijo el año pasado.
-¡Ese San Martín es un charlatán, un pobre argentino y un imbécil al igual que sus seguidores! ¡El Perú sigue bajo dominio del rey de España!
-¡Mentira!, juro por estas lágrimas y este odio que todo lo que dice es mentira.
-¡Ya me cansó! hable de una vez, o mataremos a sus hijas.
-¡QUE?!!!
   María no podía creer lo que escuchó, ahora la vida de sus hijitas estaban en juego, pensó mucho para dar una respuesta, pero ya era obvio desde el principio, sabía muy bien k aunque confesare sus hijas correrían la mala suerte de morir también, por eso vacilaba pero seguía firme, dijo con total frialdad pero con el corazón ardiendo por dentro:
-¡Criminal abusivo! ellas son inocentes, yo soy la culpable, mátenme a mí no a ellas.
-¿Quiénes la ayudaron?
-Yo....
¿Podía seguir dudando acaso? María juró no decir nada pero saber que sus hijas iban ser fusiladas también era como estar entre la espada y la pared ¿Qué habría decidido Ud. Mi querido(a) lector (a) en su lugar?
-La vida de sus hijas están en juego, usted decide.
-Yo… - dijo con un suspiro lánguido y resignado, manteniendo la cabeza agachada – yo… no diré nada.
-¡Demonios! ¿Acaso no le importan sus hijas?
-Bastante, ellas son mi adoración las amo mucho - María empieza a llorar -, pero más importante está la total libertad del Perú, si yo confieso nos matarán igual.
-Por culpa de esa libertad va a morir.
-Por culpa mía los rebeldes lo mataran.
Carratalá le da una fuerte cachetada. María pierde el equilibrio por el fuerte golpe y cae de la silla. Su mirada de dolor cambió repentinamente a odio.
-¡No me mire así serrana inmunda! ¡Va a morir y nadie la va a defender!
-Dios sabe mi causa por la que moriré.
-Su Dios no la salvará de la muerte.
-Quizás yo, mis hijas, mi familia, todos los rebeldes muramos pero no sacará nada de mi boca.
María se pone de pie, se sienta como puede y continúa diciendo:
-Ya nada me importa ahora mas que morir.
-¡Eres necia y terca chola inmunda!, le aseguro que sufrirá.
No me importa, tanto que habla de eso pues que venga lo que me espera.
-Se comporta como toda una valiente, morirá frente a todos y así sabrán que no se debe meter con nosotros los españoles.
-Usted y sus asquerosos soldados son una basura, nuestro pueblo sufre mucho por su culpa, yo aún creo en el general San Martín quien nos va a liberar de ustedes.
-San Martin morirá, ¿no lo sabía?
-¡¿Qué?!
-Hay un plan para aniquilarlo de una vez, será sin k nadie se dé cuenta.
-Si usted mata a San Martin todo el país montará en venganza, ¡no puede hacer eso! - María se desesperaba por la noticia.
-¿Acaso me importa eso?, usted es una pobre serrana, todos se debilitarán cuando vean a su queridísimo protector muerto.
-Habrán otros que se encargarán de liberar al Perú.
-¿Como ese tal Simón Bolívar? ese idiota no sabe lo que hace, confía mucho en sus fuerzas, no sabe que si se mete con nosotros sentirá toda la fuerza y crueldad de España.
-Sus sucias palabras ya no me asustan.
-Vamos confiese ¿quiénes la ayudaron a darle esa información?
-Nunca lo diré.
-Vive en un sueño, ¿verdad? son ciegos los peruanos, viven en una fiesta sin saber que los españoles estamos dominándolos lentamente, hasta crearon una tonta bandera de color rojo y blanco sin saber que ese pedazo de tela se quemará con todos los rebeldes.
-Esa bandera es símbolo de...
-¡Esa bandera será símbolo de su derrota!
-¡JAMAS!
María recibe otra cachetada que la tumba al suelo. El general le seguía gritando:
-¡Su Dios, su general o su estúpida bandera no la salvará!, le doy mi palabra de hombre y de soldado que si me dice sus cómplices la dejaré libre.
-Jamás sacará una sola palabra de mi boca.
-Personas como usted siempre han perdido, se dice que un tal Túpac Amaru fue así pero murió olvidado en su tierra.
-El fue un gran hombre - María decidió que si no podía vencer a ese hombre, al menos defendería sus ideales en lo poco que le queda de vida -, era un buen patriota, solo quería defender a sus hermanos, a su pueblo, pero hombres de su calaña y maldad no tuvieron piedad con el ¿cómo pudieron matar a sus hijos y esposa? ¡Inhumanos! ¡Eran inocentes!
-¡Eran rebeldes! ¡Traidores a la corona española!
-Entonces yo me declaro traidora a su estúpida corona.
-Usted lo ha querido así, me encargaré de que sea fusilada en el acto en la plaza frente a todo el pueblo, su muerte será una vergüenza  para los demás.
-Yo sé que jamás mi muerte será una vergüenza, mi muerte será solo el principio del final de su “querida” corona.
-Maldita, ¡llévensela!.
Al día siguiente, la plaza de armas de Huamanga  se preparaba para ser testigo de un fusilamiento que pasaría a la historia, María estaba en medio de tantas gentes y paisanos de todas las razas y edades que la miraban con pena. Portaba en su pecho un letrero donde decía mas o menos MORIRA UNA REBELDE MÁS. Fue llevada al paredón por dos soldados a dar una vuelta en toda la plaza, pero ella mantenía esa mirada guerrera y esa templanza que cualquier persona quisiera tener, caminaba erguida mientras las armas la apuntaban por detrás, pasó frente a la iglesia y se detuvo para arrodillarse y orar, los soldados no quisieron molestarla porque sabían k era su última súplica, Maria decia en sus oraciones:
-Señor Dios mío, tengo miedo ahora, mucho miedo, tu sabes que me sacrifico por una causa justa, te pido por favor que cuando me vaya a tu lado cuides mucho a mis hijas, a mi esposo y a todas las personas que me ayudaron en esta batalla que hoy abandono contra mi voluntad., ayúdalos a  mis paisanos en su guerra papa lindo, ayuda también al general San Martín y a Bolívar para que logren nuestra ansiada paz ¡Oh Dios! Siento que me miran y esperan a que me muera, pero tú que me ves desde arriba te pido de corazón que me conviertas en un ángel tuyo y viva en las mentes y corazones de los que me conocen, estos días me enseñaste que es difícil seguir tu camino – y volteando a ver a los cuatro soldados detrás suyo, dijo – pero no es difícil decir que los perdones porque no saben lo que hacen.
Uno de ellos sintiéndose insultado la increpó:
-¿Quién te crees que eres para que nos perdones? ¿siendo tú una serrana tienes piedad de nosotros acaso?
Maria le respondió con una voz quejumbrosa:
-Siento pena por ustedes.
El soldado de inmediato la patea en su costado, María se queja de dolor con un jadeo terrible, otro soldado le reprende a su compañero:
-Déjala ya, ¿no ves que ya va a morir pronto? No te ensañes así, es sólo una pobre mujer.
-¡Tu eres la que va a morir, no nosotros! – dijo un tercer soldado - pero si declaras a tus cómplices te liberaremos. Aun estas a tiempo.
-¡Yo fui!
-¡Maldita chola! ¡Estás mintiendo! y por eso te fusilarán. ¿No lo entiendes? sálvate delatando a tus cómplices.
María le respondió con una frase que pasaría a la inmortalidad, una frase que fue escuchada por los testigos en el lugar  y que lo transmitirían a muchas generaciones hasta nuestros días:
-A MORIR VINE, NO A TRAICIONAR.
-Entonces levántate y ve para allá.
María fue jaloneada hasta un lugar y cuando le pidieron que se ponga un pañuelo negro para taparle los ojos, ella se opuso. El general Carratalá la veía ofendido, su furia se hacía grande, ordenó después matarla:
-¡Preparen! - ella no dejaba de ver al general -  ¡Apunten!...- sonrió extrañamente - ¡Disparen! – cerró sus ojos por fin.
Las balas sonaron en toda la plaza, el eco se hizo latente y una mujer valerosa y decidida había entregado su vida por su familia, por Don Matías, sus sirvientes, por todo su pueblo, María había dejado de existir, su cadáver fue llevado luego a la iglesia de la Merced donde ella oró para que algunos la recuerden, Carratalá ordenó después en la plaza gritando a viva voz a todos los lugareños:
-!Esto es una lección para aquellos que osan rebelarse contra la corona española, no nos importa si es hombre o mujer o niño, para cualquiera va esta advertencia, quien traiciona al rey de España sufrirá la pena de muerte, si uno de ustedes tiene algo que haga sospechar de que sea rebelde morirá en el acto!
Al rato la gente se iba algo asustada, unos tristes. Otros aguantándose la rabia.
Cuando la independencia fue consolidada por el general Simón Bolívar, el Libertador otorgó a las hijas de María Parado de Bellido una casa que había pertenecido a un soldado realista en Huamanga, mediante un decreto de 1826. Poco después fue declarada mártir de la independencia. Un importante colegio nacional para mujeres de Lima lleva en la actualidad su nombre.
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