EL VERDADERO DESEO

Publicado en por Cuentos para el corazón

F.jpg Araceli corría de aquí para allá arreglando su cuarto, con ganas metía sus juguetes dentro de una caja y luego lo guardó en el armario. Tendió su cama y acomodó todos sus queridos peluches encima de la almohada y es que sabía que esta mañana no era cualquier mañana, era el día de su cumpleaños, el décimo.
Rápidamente bajó a la cocina, su madre ya le estaba sirviendo el desayuno y le dijo:
-Buenos días hijita ¿cómo estás?
Sintió un abrazo tan fuerte y lleno de amor, después  le correspondió con alegría diciéndole:
-Hola mamita ¿sabes qué día es hoy?
-Claro-sentaron en la mesa, Araceli ya esperaba ansiosa la respuesta que quería escuchar-, es el día en que te vi nacer, tu cumpleaños.
-¿Y qué me regalarás?
-No sé. . . ya tienes todo, juguetes, ropas, peluches. . .
-Pero me gusta coleccionar peluches, los he puesto todos en mi cabecera bien ordenaditos.
-Ya se me ocurrirá qué darte, además tu abuelo vendrá mas tarde y también tus amiguitos y amiguitas para que jueguen toda la tarde, será como una fiesta, ¿bien?
-Bien.
   Para la tarde, la casa de Araceli se había vuelto una gran fiesta, globos, juegos, escondidas. . . El abuelo de la pequeña llegó y con él una enorme caja envuelto en papel plateado con moño rojo, Araceli lo vio y dejando el juego de las escondidas corrió a sus brazos siendo cargada con ternura.
-Abuelito, te quiero, siempre vienes a mi cumpleaños y me regalas lindas cosas.
-Tú te mereces todo mi princesita, eres linda, y aunque traiga hasta el mismo arco iris a tu lado se volvería en blanco y negro.
 La niña se rió por esas palabras, se sentía feliz ya que su abuelo siempre la engría mucho. Ambos se dirigieron al cuarto de la pequeña para abrir el regalo, su mama también los acompañó.
-Mira mamá, ¿qué será lo que me dio mi abuelito?
-Ábrelo entonces.
 Puso como pudo la caja encima de su cama y empezó a abrirlo rompiendo con cuidado el papel, se quedó sorprendida al ver lo que había dentro: un enorme peluche de oso, de oso blanco con collar rojo y bordes dorados, era tan grande que ocupaba la mitad de la cama. Araceli lo abrazó y no dejaba de acariciarlo y sentir la suavidad de sus pelusas.
-Este oso es diferente a los que tienes mi nietecita.
-¿Por qué abue?
-Es un oso polar, ya que estamos cerca de la navidad que es en dos días un oso polar y de este tamaño sería ideal para que adornes tu cuarto, ¿no te parece?
-Sí-exclamó contenta-, mamá, es lo mejor, me gusta mucho mi regalo.
-Me alegro Araceli-escuchó ruidos como si los demás amiguitos rompían algo en la sala -, mejor bajo para vigilarlos, pueden ser muy traviesos.
   Abandonó la habitación dejándolos solos, el abuelito no dejaba de admirar la felicidad que irradiaba la niña por aquel regalo , de repente se olvidó de un detalle que faltaba, sacó de su bolsillo una cadena bañada en plata, Araceli se dió cuenta de eso y le preguntó:
-Abue, ¿qué es eso?
-Es mi segundo regalo, para ti.
-¿Sí? a ver.
Lo tomó y notó que tenía un hermoso dije circular y en medio una estrella de cuatro puntas. El abuelito le explicó:
-Mira, esa estrella que ves es una estrella fugaz.
-¿Estrella fugaz?
-¿No sabías que era una estrella fugaz la que guió a los reyes magos hasta el pesebre donde el niño Jesús nació?
-No abue, no sabía.
-Y tiene una leyenda que quisiera compartirla contigo.
-Me gustan las historias, tus cuentos son bonitos abue, cuéntame a ver porfa -le pidió acomodándose junto a su oso polar, echada al lado de los demás peluches.
-Ya, verás, las estrellas fugaces son especiales, las personas piden deseos  apenas la ven y algunos se hacen realidad. Todo empezó hace más de dos mil años, justo en el nacimiento de Jesús cuando un pastorcillo que deambulaba perdido en el desierto y pidió a Dios que le envíe una señal  para poder regresar a casa.
-Y vio una estrella fugaz ¿no abue?
-Así es, la vio y la siguió adonde aquella estrella descendía, después de ese milagro el pastorcillo llegó hasta el pesebre de Belén y les dijo a todos que Dios envió una estrella.
-¿Qué pasó después?
-A través de generaciones la noticia se dio a conocer llegando hasta varios países, año tras año la gente empezó a creer en muchos mitos de sobre el origen o lo que es en realidad ese extraño brillo. Algunos  decían que era una lágrima de Dios cuando un niño muere, otros que un ángel bajó para convertirse en humano y vivir entre nosotros, el más ocurrente es que puede ser una espada que quiere partir el cielo en dos pero nunca lo logra.
-Me gusta que pueda ser un ángel y que viva entre nosotros.
-A mí también.
-No quisiera que Dios llore, no creo que sea una lagrima sino mas bien un angelito k baja.
-Debes entender Araceli que hoy en día la ciencia dice que las estrellas fugaces son pedazos de roca espacial que se desprenden de los cometas y pasan lejos de nuestro planeta.
-¿Y eso es verdad?
-Sí, pero a pesar de eso la gente le sigue pidiendo deseos porque aunque sea una simple roca tiene una magia que te atrae y te hace decir “qué preciosa es, ¿qué deseo?”.
-Me gustaría verla y desear que. . .-su semblante se volvió triste  de repente- que mi padre regrese de su trabajo para pasar la Nochebuena juntos.
-Mi chiquita, no estés así, tu padre te quiere mucho y por eso debe trabajar duro y ganar plata para darte una gran navidad.
-El año pasado llegó un día después de la navidad, me alegré pero no es igual que cenar juntos, comer panetón, abrazarnos y regalándonos muchas cosas.
-Quizás este año sea diferente, pero en cuanto a lo que te decía, hay algo más acerca de la estrella fugaz, ¿no te gustaría saberla?
-Sí.
-La gente desea muchas cosas a la estrella como regalos, cosas, que un nuevo amor aparezca, y la mayoría son vanidades, o sea,  son deseos egoístas.
-¿Mi deseo es egoísta?
-No, desear que tu padre venga para estar contigo no es egoísta, porque lo deseas de corazón, pero hay personas que no entienden  eso y piden cuanta vanidad se les ocurra, por eso la estrella va perdiendo su brillo. Antes tenía una gran luz que parecía casi al mismo sol, pero ahora su intensidad ha bajado y. . . puede desaparecer un día de estos.
-¿De verdad?
-Ya no se ven muchas estrellas fugaces en nuestro cielo, y si se ven apenas se notan en algunos lugares alejados de toda civilización como las pampas, desiertos, tal vez porque están cansados de escuchar tontos deseos vanidosos y egoístas y prefieren pasar por allí.
-Qué pena, quería ver una y pedir mi deseo.
-El verdadero deseo es la que la podría hacer volver con más luz y brillo como antes.
-¿El verdadero deseo? ¿Y cuál es?
-Está por encima de todos los que se pidieron desde la antigüedad.
-¿Y nadie lo dijo abue?
-No, ninguna persona fue capaz de encontrar aquel deseo.
-Abue, ¿Cómo sabes tanto sobre eso?
-Me lo contó mi abuelito cuando tenía justamente tu misma edad.
Araceli bajo de su cama y fue a poner su peluche de oso polar cerca de su ventana diciendo a la vez que observaba el cielo que ya empezaba a anochecer:
-Quiero ver a esa famosa estrella fugaz abue, pero lástima que no pueda venir por aquí.
-Nunca pierdas las esperanzas Araceli – tomó el collar y se lo puso alrededor de su cuello con mucha ternura -, la navidad está cerca y solo debes tener fe.
Se miraron y sellaron su cariño fraternal con un fortísimo abrazo, pero a Araceli ya le picaba la curiosidad y las ganas de conocer a aquella estrella fugaz.

   A la mañana siguiente, Araceli despertó y fue rápido hacia su oso polar de peluche para saludarle con un besito. Tocó el dije de su collar sin dejar de admirar la figura de la estrella, luego escuchó la voz de su mamá que le mandaba a bajar a tomar su desayuno.
   Después de un rato, Araceli se dirigía a la casa de su amiga Viviana para contarle sobre lo que su abuelo le dijo. Ambas niñas ya se disponían a jugar con las muñecas en el cuarto. Nuestra pequeña le empezó a contar entonces sobre la famosa leyenda de la estrella fugaz llamando la atención de su amiguita. Cuando terminó de escuchar dijo:
-¿Sí?, entonces si la veo pediré que me regale una bicicleta nueva.
-¡No!- exclamó Araceli, casi amargándose -si pides un deseo de vanidad o cosas solo para ti la estrella puede perder su brillo y desaparecería.
-¿De verdad?
-Mi abue nunca me ha mentido.
-¿Y qué pedirías tu?
-No lo sé Vivi, debe ser el único y verdadero deseo, el que esté por encima de todos los deseos, lo malo es que… no sé cuál es.
-¿Y qué pasaría si lo dices?
-La estrella recuperaría su resplandor y… su luz sería casi como el sol.
  Siguieron jugando pero Araceli no dejaba de pensar en esas preguntas "¿cuál es el verdadero deseo?", se preguntaba.
 Ya en su casa y cenando con su mamá, ella notó la carita de preocupación de su hijita:
-¿Qué tienes mi princesita? ¿Te pasa algo?
-Má, si ves una estrella fugaz ¿qué le pedirías?
-Humm… que Dios te cuide y que siempre estemos juntas.
-Eso suena como un verdadero deseo pero…
-¿Pero qué Ara?
-Pero mucha gente también deseó algo parecido al tuyo, el verdadero deseo debe ser más importante que eso.
-¿Verdadero? no se a lo que te refieres pero yo pienso que el amor es más importante que todo, y desear el bienestar de la persona a quien amas es amor, y aprovechando que mañana será navidad pediré de nuevo ese deseo.
La última frase que dijo su mamá la puso sorprendida preguntando:
-¿Por qué má?
-Es que las estrellas fugaces pasan en navidad, en la noche cuando todos celebramos el nacimiento de Jesús.
-Entonces una pasará por aquí mañana.
-Claro, es una superstición por supuesto pero. . . a veces se aparecen de verdad y la noche buena es ideal para verla.
 Araceli se puso feliz por la noticia, apenas terminó de cenar y dando gracias fue a su cuarto y cogió a su oso polar de peluche con fuerza sonriendo como nunca, murmuraba:
-Mi querido osito, mañana voy a poder ver a la estrella fugaz, estoy feliz porque puedo pedirle aquel deseo que sólo la puede hacer revivir, lo malo es que no sé cual es, además. . . mi abue decía que las estrellas fugaces ya no quieren pasar por las ciudades, pero. . . ¿y si pasa por acá?, como dijo mi amá, la esperanza es lo último que se pierde, asi que debo pensar rápido en ese deseo.

  Tomó papel y lápiz y empezó a anotar todos sus deseos:
-A ver, primero esto "deseo que venga mi padre para la noche buena", suena bien, a ver otro, “deseo que todos los días sea navidad", no, creo que no, suena muy egoísta, este a ver "deseo tener un hermanito", ¡ja! no le dije a mi amá pero de verdad quisiera tener uno, pero no es el verdadero deseo, escribiré los demás de corrido y elegiré uno.
Y esto fue lo que escribió después la pequeña:
           "deseo tener una mascota"
           "deseo estudiar bien"
           "deseo que mi padre trabaje cerca"
           "deseo que mi abuelo este bien de salud por siempre"
           "deseo tener más amigos"
           "deseo que los niños pobres tengan regalos"
           "deseo que mi madre nunca muera"
           "deseo tener mas peluches"
-¡Vaya! no sabía que tenía mucho egoísmo dentro de mí, pero pedir por mi familia y por los niños pobres es amor, ¿qué puede ser más ser el que esté por encima de todos?, algo. . . más fuerte que. . . por encima del. . . ¿amor? ¡Eso debe ser! el verdadero deseo es más importante que el amor, al menos encontré una pista, pero. . . ¿cuál?
  En su meditación, se quedó dormida sobre su escritorio con otra pregunta ¿qué es más fuerte que el amor?, y de allí depende descubrir el verdadero deseo.

  Faltaban ya horas para que todo el pueblo se encienda en una algarabía total y que el cielo se llenara de luces multicolores para recibir la navidad. Araceli seguía pensando en aquel deseo, y eso se notaba en su carita mientras almorzaba, su madre le preguntó:
-Hija, ¿qué te pasa?, aún sigues pensando seguro en esa estrella fugaz no?
-Es que. . . me preguntaba mami sobre. . .
-¿Sobre qué hijita?
-Má dime, ¿qué puede ser más fuerte que el amor?
-Buena pregunta- dejó de comer por unos segundos para pensar en la respuesta, finalmente respondió-, no lo sé, supongo que el amor es tan fuerte que no hay otro sentimiento que le iguale o le gane.
Esa respuesta decepcionaba a la pequeña, al menos quería escuchar algo más.
-Pero. . . ¿nada le puede ganar de verdad? -insistió.
-Quizás sólo el mismo amor puede ganar al mismo amor.
-¿Cómo es eso?
-Mira, nosotras dos nos amamos de verdad ¿cierto?, pero si tú me lo demuestras con algo más importante podrías ganarme, o sea, sólo tienes que demostrar que me amas con un detalle que vaya mucho más allá de solo abrazos o besitos o palabras de cariño, si yo hago lo mismo también te ganaría, solo el detalle de amor puede igualar a otro detalle de amor.
-¿Regalándote algo acaso?
-No, tiene que ser. . .algo que vaya más allá, tiene que ser como. . . la mayor demostración de amor por alguien.
Araceli terminó de almorzar y se disculpó yendo a su cuarto para seguir pensando, al menos ya tenía otra pista de conseguir el verdadero deseo. Algo más fuerte que el amor, el amor mismo siendo a la vez la mayor demostración cuando se ama a alguien de verdad. Sacó el papel donde escribió sus deseos y lo releía buscando esa interrogante.
-Yo sólo quiero pedir el deseo para que la estrellita fugaz reviva como antes.
 Se decía, caminó hasta el pequeño nacimiento que hizo en la mañana cerca de su mesita de noche al lado de su cama. Fijó su vista en los muñequitos de María, José, los pastorcillos, los reyes magos, los animalitos. . .
 Quiso ver al niñito Jesús y lo sacó de un cajón de la mesita, allí lo tenía guardado hasta que cuando sean las doce lo ponía en su pesebre.
-No aguanto las ganas de ponerte en tu nacimiento mi niñito Jesús.
  Para Araceli aquél muñequito de yeso era como su padre, ya que cuando él no venía en navidad ella le hablaba y le oraba porque esté bien en donde se encuentre, se hincaba de rodillas y decía que cuidara a su padre, a su madre, a su abuelo y a todos sus amigos, que siempre la navidad sea una fecha inolvidable y aunque para ella solo significaba estar una noche sin él eso no le importaba. Siguió mirando al niñito Jesús y recordó a su maestra de religión, quien siempre le hablaba de aquel hijo de Dios, sus milagros, sus oraciones, su última cena, Araceli se sentía triste sólo al pensar cómo malos hombres maltrataban a Jesús y le escupían. . . sentía aún más pena cuando leía la parte de su libro de cuentos infantiles bíblicos donde lo crucificaban, pero al final estaba feliz porque resucitó y se había ido al cielo. En eso, los ojos de Araceli se iluminaron. Recordó aquella clase de religión donde se hablaba del por qué Jesús se dejó crucificar.
-¡Sí! eso debe ser, estoy segura.
  Exclamó como si hubiera encontrado un tesoro, guardó rápidamente al niñito Jesús, tomó lápiz y debajo de los demás deseos que escribió ayer, puso lo que tenía en su mente, lo comparó con los anteriores y dijo:
-Este debe ser el verdadero deseo, la mayor prueba de amor, el único que le puede ganar al mismo amor.
Abrazó a su osito polar mientras le decía:
-Esta noche reviviré a la estrella fugaz mi querido osito, ¡Sí! ¡Lo haré!

  La ciudad ya se alistaba para recibir la esperada navidad, desde hacía días se veía los adornos y los niños jugando con los cuetes, faltaban pocas horas nomás. Araceli desde temprano ayudaba  a su mama en la casa, jugó un rato por la tarde y fue al cuarto a descansar sin dejar de pensar en el deseo. “Que sea ya medianoche rápido” pensaba. Faltando una hora ya la noche estrellada empezaba a iluminarse con los cuetes, Araceli fue a la ventana y vio como la gente apuraba por ir a sus casas.
  Al rato vino su abuelo con algunos regalos pero la niña le saludo y fue rápido al techo ante la extrañeza de su mama. Ya arriba veía la ciudad tan despierta como nunca, miraba al cielo buscando la estrella fugaz. Vio en su reloj que solo faltaba minutos nomás, no dejaba de mover sus dedos impacientemente, pasó la media noche y nada, solo los estruendos de los cuetes, silbidos y mucha algarabía por celebrar un año más el nacimiento de Cristo.
  Araceli se sentó sobre una bandita casi sucia, apoyo su cabeza en sus manitas casi triste, nada, solo mas cuetes y cuetes, ya estaba a punto de resignarse cuando por fin, al ver el cielo una vez más, allí estaba, era ella, ¡allí estaba!
-¡Ahí estás!
Esbozó una gran sonrisa y corriendo al borde del techo alzó los brazos como si quisiera abrazarla y gritaba:
-¡Estrella fugaz, quiero pedirte el verdadero deseo!
La cola de la estrella era de baja luz, pero era la famosa estrella fugaz que cruzaba el cielo lentamente como si daba la impresión de esperar el anhelado deseo de la pequeña. Araceli dijo finalmente:
-¡Deseo. . . deseo que. . . uses mi vida para que sigas viviendo y nunca más pierdas tu brillo, deseo dar una parte de mí como Jesús dio su vida por nosotros en la cruz! ¡Ese es el máximo detalle, la mayor prueba de amor, sacrificar la vida por alguien a quien amas realmente, y yo te amo estrellita!
  Cuando terminó de hablar, Araceli bajó sus brazos preguntándose si había funcionado aquel deseo, pues su profesora de religión le enseñó que Jesús fue el único que dio su vida por los que lo aman y allí entendió que el sacrificio es el mejor detalle de amor.
  Buscó a la estrella por entre tantos luces de colores y cohetes, pero solo una luz se hizo más resplandeciente, era de tanta intensidad que la pequeña tuvo que cerrar sus ojitos por momentos, y eso no era todo, aquella luz descendía hasta el techo y se puso frente a frente con Araceli quien un poco asustada, retrocedía sin saber lo que estaba pasando.
  En eso, del medio de la luz se dejo escuchar una voz de hombre, una voz tierna, llena de amor a la vez, que le decía:
-Gracias por revivirme mi niña.
  Una figura humana apareció después, era un joven vestido de una túnica blanca, y un par de alas en su espalda, era un. . .
-¡Lo sabía, eres un ángel! ¡La estrella fugaz es un ángel!
-Después de mucho tiempo pude escuchar el único y verdadero deseo que es que alguien de su vida por mí.
-Entonces. . . - decía Araceli quien no dejaba de sonreír atraída a esa luz que envolvía al ángel -, ¿tomarás mi vida de verdad y me llevarás al cielo?
-No, tú seguirás viviendo aquí con las personas que amas, solo tomaré una parte de tu luz para mí.
Alargó la mano y la puso encima de la frente de la pequeña, ella sintió como si una flor le tocara con suavidad, y dijo:
-Usa lo que quieras, con tal de que sigas viviendo estrellita, ¿o debo decirte ángel? ¡Qué lindo! es la primera vez que un verdadero ángel de Dios me toca! siento una paz . . .
-No tomo cualquier luz de tu persona, tomo la luz de tu amor, de tu cariño, de tu inocencia, tus fantasías, todo lo que te hace ser una buena niña es lo que me reanima.
Al momento el aura del ángel creció hasta parecerse al mismo sol, retiro la mano de la frente de Araceli y le dijo:
-Gracias a ti las estrellas fugaces seguirán cruzando el cielo del mundo, pues daré la luz que usé de ti para mis hermanos y hermanas que también son estrellas fugaces hasta que otra niña como tú en el futuro nos diga el verdadero deseo, ahora me voy, debo hacer realidad esos deseos de amor que tanto me gusta escuchar.
-¿Ya te vas?, quédate a cenar con nosotros, quiero que conozcas a mi mamá y a mi abuelo.
-No puedo, además hay una personita especial que te está esperando abajo, anda búscalo.
Araceli se despidió del ángel y bajó rápidamente hasta la sala, aquella persona especial era su padre quien sorpresivamente había llegado.
-¡Papito! ¡Papito llegaste! - corrió a abrazarlo con un beso -, te extrañé mucho.
-Yo también mi princesa, ¿cómo has estado?
Se desearon feliz navidad y se intercambiaron regalos, en la cena Araceli le decía a su abuelo ante la extrañeza de los demás:
-Abue, lo conseguí, dije el verdadero deseo a la estrella fugaz.
-¿Y cuál era?
-Sacrificar una parte de mi para que siga viviendo, y ¿sabes? no es una roca del espacio, es un ángel de Dios.
-¿Sí?, entonces te felicito mi nietecita.
  Degustaron de la comida, Araceli, entre risas y risas no dejaba de pensar en lo que había logrado, y esa es la verdadera esencia de la vida, el mayor detalle de amor que se puede hacer por alguien, sacrificarnos, dar una parte de nosotros para la persona que nos hace sentir especial. Si un amigo o amiga o familiar esta triste, pues démosle una parte de nuestra luz, y no cualquier luz, sino la luz de nuestra bondad para ayudarle, la luz de nuestro cariño para decirle cuánto nos importa, la luz de nuestra inocencia para hacerle saber que necesitamos de él o de ella, y sobre todo, la luz de nuestro amor para decirle TE AMO. Y créanme, sólo esas dos palabras que solo si se dicen con corazón, puede revivir hasta a una estrella fugaz.

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